Con semejante ejército de obreros, como el que nuestrois jóvenes, bien preparados, podrían proveer, cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir. - El fin del sufrimiento, del dolor y del pecado! ¡Cuán pronto recibirían nuestros hijos, en vez de una posesión aquí, marchita por el pecado y el dolor, una herencia donde “los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella”; donde “no dirá el morador: Estoy enfermo”; y “nunca más se oirán en ella voz de lloro.
(La Educación, 271)